Cada vez es más habitual llevar un ritmo de vida ajetreado. El trabajo, la familia y los quehaceres diarios hacen que vayamos a toda prisa de arriba a abajo, y esto, termina por traernos consecuencias. La alimentación, por ejemplo, sería una de ellas.
Y es que si nos paramos a pensar, es muy probable que nos hayamos visto envueltos en situaciones donde, sin más remedio, hayamos tenido que 'tirar' de congelados. Sin embargo, aunque a veces recurramos a esta práctica, es importante que conozcas la información que te vamos a mostrar a continuación.
No todos los alimentos son aptos para la congelación
Podemos decir que la congelación es, sin lugar a dudas, una de las mejores técnicas de conversación que existen. De hecho, a día de hoy tanto los frigoríficos como los congeladores son electrodomésticos indispensables en nuestras vidas.
Gracias a ellos podemos guardar y conservar alimentos en buen estado, y además, consumirlos cuando nos apetezca. Ahora bien, también es importante señalar algunos matices que deberíamos tener presente, especialmente si no queremos que esta práctica nos pase factura.
Así pues, si bien el proceso de congelación es una medida positiva de forma general, conviene tener presente que no todos los alimentos son susceptibles de ella. Por esta razón, y para no caer errores, vamos a mostrarte a continuación cuáles de ellos no deberías congelar bajo ningún concepto.
Empezamos por alimentos como fruta y verdura. Todos ellos, al ser alimentos naturales y frescos, conviene consumirlos cuanto antes mejor. Si los congelásemos, estaríamos perdiendo su textura, y además, les causaríamos un daño a la estructura molecular.
De esta forma, si no queremos que se vuelvan blandos y acuosos, lo mejor que podemos hacer es consumirlos apenas los compremos. Un ejemplo de alimentos que no serían aptos para la congelación serían el pepino, la lechuga o los tomates.
Del mismo modo, los productos lácteos como los yogures tampoco serían buena opción. Si los congelásemos, al sacarlos se volverían granulados y su sabor sería mucho más agrio. Además, otro de los alimentos que tampoco deberíamos congelar son los huevos con cáscara.
Estos últimos, desde luego, requieren de mucha precaución. Si dejamos el huevo en el congelador, lo que le ocurrirá es que su contenido se expandirá por toda la cáscara. Por lo tanto, podría empezar a crearse una contaminación bacteriana.
Por último, también cabe señalar que los alimentos ricos en grasa, fritos o empanizados no serían aptos para este método de conservación. Al depositarlos en el congelador, la textura perdería su esencia, y por lo tanto, a la hora de cocinarlos y consumirlos nos parecerían incomestibles.
Como habrás podido deducir, existen algunos alimentos que no deberían conservarse en estos electrodomésticos, ya que de lo contrario, nuestra salud podría verse comprometida. Eso sí, si queremos congelar algunos otros, conviene hacerlo bien. Y para ello, te vamos a dar una serie de consejos.
La congelación, una buena opción si se hace de forma adecuada
Congelar alimentos puede ser una excelente opción siempre y cuando estos sean válidos para ello. Al hacerlo así, seguiríamos aprovechando sus nutrientes, y si su proceso de descongelación se hace de forma correcta, no notaríamos ninguna diferencia.
No obstante, a veces esto no es así, y cometemos errores que pueden terminar pasándonos factura. Pero para que esto no te ocurra, es importante que tengas presente una serie de consejos, especialmente para no malgastar ni echar a perder aquello que conserves.
Así pues, cuando vayas a congelar un alimento asegúrate de la temperatura. Lo óptimo para alimentos ya congelados son 18 grados bajo cero, mientras que si quieres congelar alguno previamente sería 25 grados bajo cero.
También es importante prestarle atención al embalaje, ya que de él depende la migración del agua. Utilizar envases herméticos, bolsas para congelar o film transparente puede ser una gran opción. Así mismo, te aconsejamos que antes de congelar extraigas siempre el aire del interior del envase.